sábado, 17 de enero de 2015

EL SÍNDROME DEL ESTÚPIDO BRAZO

Insultar a una clienta y hacer amago de agarrarla del pelo, por esto no me volverán a llamar del Corte Inglés . Suponiendo que antes de estos sucesos tuvieran intención de volver a contratarme, aunque, ¡lo dudo!.
Señoras, señoritas, altas consumidoras de piel, joyas y perfumes de más de 50 euros, ojeadoras de arriba-abajo y con el síndrome del "estúpido brazo levantado a modo de percha para sujetar el bolso", estas son las características mis clientas, al menos, de la mayoría. Tratar con este tipo de mujeres, con manicura perfecta, vaivenes de pelo y pasividad a la hora de hablar me desquiciaba y me desquicia. Más aún si las envuelve un halo de superioridad.

Carlota se aproximó a mi stand con este conjunto de virtudes y con alguna otra adquirida en sus clases de padel...

- Buenas - Mirada de reojo, y meneo de cabeza- ¿no está tu jefa?
- No, ¿puedo ayudarla? si desea cualquiera de nuestros productos confío en servirle yo
- Dudo yo mucho que puedas ayudarme y asesorarme en tratamientos de piel, prefiero una profesional en este sector, gracias. Llama a Bárbara o a Begoña que me han atendido otras veces. Venga, vamos, que soy una clienta de las que tira de tarjeta , bonita.

Mi falta de paciencia se hizo notar en mi enrojecida cara, temblor de manos y sudoración en la espalda... ¿os he hablado de mi poca paciencia? ¿y de mi mal carácter?

- Discúlpeme "madame". No voy a llamar a nadie. Aquí estoy yo para atenderla lo mejor que pueda o sepa. 
- Ya, ya, ya...no sé si entiendes que lo "mejor que pueda o sepa" no le vale a una persona como yo. Igual te crees que voy a echarme en mi cuidada cara algo que me vaya a vender una eventual de la campaña navideña. No suelo ponerme en manos inexpertas, querida.
- Pues es lo que hay.
- ¡Pues voy a poner una queja, esto es inadmisible, intolerable, me siento insultada!.
- Mire, entiendo que, por su edad, y esa piel madura, necesite un tratamiento más intensivo. No obstante, si yo no le sirvo siempre puede acudir a su centro privado de confianza, hablar con ese cirujano amigo suyo, y realizarse otra operación de estética.

Los tirones mutuos de pelo los paró la tal Begoña, y yo tuve cita ineludible con el jefe supremo......¡qué honor!



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