viernes, 9 de mayo de 2014

LA MANADA



He empezado las clases de preparación al parto, que más bien deberían llamarse las clases de preparación al horror.

"Iba yo como una colegiala en su primer día de clase cual niña ingenua a encontrarme con nuevas compañeras de fatigas, confesiones y llantos...¡ay! ¡qué equivocada estaba y estoy!".


En esta etapa de mi vida me he llevado el mismo batacazo. Rodeada de doce mujeres a una barriga pegada (permítamelo el señor Francisco) a cada cual más espabilada, experimentada o mentirosa, según se vea.




Empezando por mi entrada triunfal en un circulo ya creado hace semanas, y sintiéndome una extraña invasora ignorante, así acabó mi primera semana de esta tortura:



  • La matrona orquestando la reunión con risas cómplices entre las no nulíparas (la acabo de aprender, que conste) soltando su jerga con palabras como: meconio (algún animal mitológico), inducción (como lo que tiene mi coche) o ectópico (esto, sin duda, es algún tratamiento para picaduras de insectos).

  • Las primerizas (se notan, es cierto) mirando hacia sus pies, que muchas no se los ven, y ojeando el folleto o revistilla entregada junto al muestrario de jabones y aceites.

  • Yo, preguntando con mano alzada y todas mirando, extrañadas, a la nueva (la menda) que quiere saber.




Iré conociendo a esta nueva manada en próximos encuentros y os contaré si llego a integrarme.




Por cierto, las palmaditas de minuevamejoramigalamatrona al salir de la clase empiezan a ser molestas, eso de "no te preocupes" "todo rodado" "consúltame a la hora que quieras" bla bla bla...me suenan a falsa patraña. ¡Qué acabe esto pronto!